Negación

Fragmento de "Tragedias urbanas de la vida cotidiana." por Giorgio Von D.

Con la rabia que la embriagaba cerró de golpe la puerta. Un golpe fuerte y seco que por un momento la sacó de sus cavilaciones. Fue entonces que regresó a la realidad, miró a su alrededor, ese pequeño cuarto que rentaban ella y Jorge desde hacía diez años. Ese pequeño cuarto que, alguna vez iluminado por el amor y la ilusión del comienzo de una vida en pareja, se iba deteriorando con el paso del tiempo y de las vidas que habían sabido acomodarse en él y que lentamente se fueron fundiendo con esas paredes despintadas, sostenidas apenas por un suspiro amargo al término de la nueva película de Hollywood, conseguida a tan buen precio en el tianguis, después de una larga y rutinaria semana de trabajo.

Las lágrimas invadieron sus ojos. Eran unas lágrimas ardientes, de fuego. No era simplemente la traición de Jorge, era la imposibilidad de explotar, de dejar salir la lava que en su interior ardía, de gritar hasta quedarse sin voz y romperlo todo. Aventar los platos, las tazas, los vasos, desgarrar las cortinas, la ropa, patear todo aquello que fuera pateable, principalmente el televisor, ese maldito artefacto que más de una vez le había mostrado a una mujer engañada rompiéndolo todo y liberándose de ese indecible malestar que ahora recorría su ser.

Con el rostro cubierto de lágrimas repasaba al mismo tiempo sus diez años de vida en ese lugar. Una vida de esfuerzos, tandas, ahorros, trabajos extra, ventas por catálogo y un sin fin de etcéteras para irse haciendo de los pocos cacharros que tenían. Miró distraídamente su reloj, ese que le había regalado Jorge y se dio cuenta de la hora. Encendió la televisión y sintonizó la novela de las 7. Como un acto de magia, de repente parecía haber olvidado todo lo ocurrido.

–Jorge está por llegar. Debo poner café.

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